jueves, 7 de octubre de 2010

Clímax

Pero... nada es por siempre, nada es eterno...

Una triste tarde de verano, no lograba dar con mi querido amor. Al estar a su lado note que no todo
estaba como debería, parecía ido y en otra dimensión, parecía estar en un lugar muy lejano.

Me dijo con indirectas que lo nuestro se terminaba, por más que intenté no logre contener las
lágrimas y rompí en llanto, no lograba comprender el por qué, pero debía aceptarlo. Mi mente se
torno confusa casi tanto como la de él; él confuso por no ver lo que teníamos juntos y yo por
darme ánimos, por querer matarlo.

El dolor y las lágrimas duraron exactamente 7 días. No conciliaba el sueño por más de 2 hrs.
seguidas, no bebía ni comía casi nada...

Una de las pruebas más duras y difíciles que más recuerdo es la de las púas en los pies,
atormentandóme por aprox. 30 min, debo confesar que no desfallí en el trajecto, pero al llegar a
mi destino y encontrarme frente a él me desvanecí por un instante, no por el dolor sino por el
amor que sentía.

Debía fingir fortaleza, para no causar lastima.

Pague duramente mi deuda con la vida, pero al final todo valío la pena, recuperé a la ilusión con
la que soñé...

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